Volveréis
Espiral sobre espiral.
ESTRENOS


Una vez más, Jonás Trueba nos mete en su mundo de culturetas que se deslizan por la vida tomando vino un jueves por la noche y leyendo a Hegel antes de dormir. Una directora de cine (Itsaso Arana) y un actor (Vito Sanz), que son pareja, quieren hacer una fiesta de separación. Toda la película es el camino hacia dicha fiesta, vamos viendo como le cuentan la idea a sus amigos, a sus padres y como la directora está montando una película.
Con este tipo de cine parece que te lo ponen en bandeja. Ves a toda esta gente enclenque, chata y amarga contarte como vivir la vida y parecen el sujeto perfecto para una buena hostia. Pero tratemos de ser justos.
No es que odie el cine de Jonás Trueba, de hecho, Volveréis me parece simpática. Un visionado ligero y bastante inofensivo que al final de su metraje llega a una idea válida. Si a eso le añadimos las buenas interpretaciones, diría que el viaje en general merece la pena.
Entonces ¿la recomiendo? Pues aquí y ahora os confieso algo. Entro al confesionario de madera virtual, me arrodillo y os digo gravemente: compañeros, vi Volveréis mientras hacía otras cosas.
Entonces todo lo bueno que pueda decir de la película va con asterisco. Por una parte pienso que me he enterado de todo perfectamente y que aunque tal vez me he perdido alguna sutileza, me siento con la capacidad de hablar de la película; por otra pienso que he traicionado uno de los principios fundamentales del cine, ese en el que te rindes a lo que el cineasta quiera y dejas que la película te empape.
Más que empaparme, me he humedecido.
En ese juego simpático e inofensivo, Volveréis da muchas vueltas al rededor de la misma idea, cosa lógica, pues la película habla mucho de la repetición; se cita el libro Repetición de Kierkegaard y se le dice a los protagonistas todo el rato que, aunque lo dejen, van a volver a estar juntos (de ahí el título). Sin embargo, por muy justificado temáticamente que esté, a mi me cansa un poco.
El personaje de Itsaso Arana es directora de cine, eso le da a la película un ángulo meta-cinematográfico que no desvelaré. Pero no me parece lo suficientemente rico temáticamente o lo suficientemente estimulante a nivel formal para que sea destacable.
Tampoco es que Jonás Trueba tenga un espectacular despliegue visual, es un director que le da valor a lo ordinario, a lo pequeño y a lo cotidiano. El cual es un planteamiento bastante loable, grandes cineastas en el pasado han tratado lo cotidiano con éxito (Ozu, Rohmer y la lista sigue).
No sé a qué responde, no sé si es cosa de la época, o no sé si es cosa del país, pero cuando lo hace Jonás Trueba tiende a dar un poco de asco. Como que la vida o la cotidianidad que él retrata no es del todo cierta. Imagino que es cierta para él, pero es inevitable sentir un poco de rabia hacia una persona que te quiere vender que su vida de cultureta en el centro de Madrid es “lo cotidiano”.
Tengo ahí un debate yo. Hay un punto en que todo ese mundo me mola y quiero pertenecer a él, y otro en que verlo desde fuera me hace parecer que es todo muy ridículo. Si tanto quieren hablar de la vida cotidiana, mejor que hacer películas podrían dedicarse a alicatar suelos o tirar cables de fibra óptica.
Al final del día solo me queda preguntar ¿Volveré a ver Volveréis?
Quizás poniendo una lavadora.
Lo mejor: lo ligera que es.
Lo peor: las vueltas que da.
Te gustará si te gustó: "Mientras seamos jóvenes" (2014) Dir. Noan Baumbach
Nota: