The Last Showgirl

Pamelita de mi corazón.

SAN SEBASTIÁN 72

Leopold Masterville

11/3/20245 min read

No es en absoluto infrecuente que una película (no falta de pretensiones) haga uso de una estrella en su ocaso para recuperarla, reivindicar su figura y ganar algunos galardones por el camino.

Almodóvar hizo Dolor y Gloria con Antonio Banderas (actuación que le valió una nominación al Óscar), recientemente Brendan Fraser se ganó la estatuilla de la academia con La Ballena y sin ir más lejos Demi Moore ha vuelto con más fuerza que nunca en La Sustancia, película que ha pasado por Cannes y seguro que recibirá atención en la temporada de premios.

Este mismo año y con aspiraciones igual de altas, Pamela Anderson vuelve a las pantallas de cine, no como una heroína de acción ni como un sex-symbol de plasticosos pechos, sino como una crepuscular bailarina erótica que se enfrenta al cierre de su espectáculo, al que ha dedicado toda su vida.

Visto con un poco de perspectiva, la fórmula de recuperar a un actor se me hace casi hasta paródica, es algo que se ha hecho hasta la saciedad y nos suelen venir a la cabeza los ejemplos en los que la cosa sale bien, pero pronto olvidamos los fracasos ¿alguien recuerda The Last Movie Star con Burt Reynolds? ¿o aquella ampulosa serie de Jennifer Love Hewitt llamada The Client List? No ¿verdad?

Solemos ser benévolos con estos productos. Conocemos al actor o actriz en cuestión y todos sentimos empatía cuando vemos a alguien que ha pasado una mala racha que intenta volver a lo más alto. Y quizás ahí está la trampa. Dejamos que las ideas que ya llevamos en la mochila cieguen nuestro juicio y convierte el discurso alrededor de estas cintas en un carrusel de obviedades faltas de juicio.

Además este tipo de películas se suelen presentar como un esfuerzo sincero, quizás tienen un gran trabajo de maquillaje de por medio o hablan de su estrella de forma autobiográfica, suelen ser ejercicios extraordinariamente serios, con todo el peso de una interpretación muy trabajada.

Pero es difícil no pensar en esas interpretaciones como un juego de espejos y de cortinas de humo en que el actor protagonista se esconde y solo se deja ver bajo una mirada muy concreta.

Hay algo de querer transmitir una imagen que no es, de metamorfosear la opinión pública a través de una película triste, que nos llegue a los corazones y que nos haga darnos cuenta de que hemos sido injustos a la hora de juzgar la vida de fulano o mengano.

No hay nada de malo en que una interpretación sea sobria y un personaje tenga tintes autobiográfico o personales. Me limito a señalar que la fórmula está ya más que vista y que hay un poco trampa ahí. Un poco. Que no nos la den con queso.

Esto que comento lo siento más con The Last Showgirl que con el resto de ejemplos. Pamela Anderson fue muy vapuleada en la época, por su aspecto, sus escándalos y sus interpretaciones. Y ahora con esta película hace todo lo contrario de lo que nos tenía acostumbrados. Es una película melancólica y apagada con una protagonista vulnerable y cándida que intenta re-conectar con su hija.

Y aquí entre medias os meto una confesión. Lloré duro con el final de The Last Showgirl, igual que lloré duro con el final de La Ballena. Me sé la trampa que tienen las películas de regreso triunfal, pero soy incapaz de no caer en sus redes. Por lo visto si me pinchas sangro.

Diré más. Me parece que a Pamela Anderson el papel le viene como anillo al dedo, que transmite muy bien esa energía infantil de alguien que ha estado viviendo 30 años en un sueño y ahora le toca despertar en una gris realidad. Siento una inmensa pena por ella cuando intenta buscar una salida y la vida le da la espalda y siento que Pamela Anderson realmente ha pasado por todo eso.

The Last Showgirl es un gran estudio de personaje y un gran estudio de un aquí y un ahora. La mirada de Gia Coppola es muy acertada, pocos personajes y localizaciones junto a una propuesta formal sencilla componen un relato íntimo, en el que nos adentramos en la vida de esta bailarina y la conocemos en todas sus contradicciones y virtudes.

Viendo la película jamás me sentí engañado por la fórmula que comentaba anteriormente, no me siento víctima de una trama con cortinas de humo ni espejos de feria, pero ahora pensando en frío, soy incapaz de no verlos. Le veo los hilos a ese artefacto "dignificante" que las estrellas de Hollywood usan para consagrarse y hacerse con el codiciado Óscar.

¿Qué hacemos, entonces? ¿Hacemos una hoguera con todas las películas que usan un actor en decadencia como su principal arma? Pues es que no lo sé. No tengo todas las respuestas.

Creo que parte de mi desdén por estas películas viene de la idea de que estos actores se están distanciando de algo que ellos consideran "indigno", como que están diciendo: "bueno, sí, yo hacía La Momia y Viaje al centro de la tierra, pero ahora hago papeles de verdad, ese vergonzoso pasado queda atrás".

Y yo lo pienso y no me parece que hacer Los vigilantes de la playa o Barb Wire tenga nada de malo. Igual que lloro con el final de The Last Showgirl lloro con la intro de Los Vigilantes de la Playa ¿me hace eso un espectador indigno?

No sé, hay muchas actrices de la época de Anderson con su mismo perfil que no se avergüenzan de su pasado, porque no hay nada de lo que avergonzarse. Pienso, por ejemplo, en Gail Harris una actriz con pechos igual de exuberantes que se dedicó al cine erótico, montó su propia productora y supo hacer negocio de todo aquello. Es verdad, se ha hecho famosa porque nos hacemos pajas con ella, pero voy a romper una lanza a favor de las pajas, el cine erótico de Vhs y las momias.

Esa idea absurda de que existe el arte alto y bajo no es más que eso, una idea absurda. Un complejo.

Pamela Anderson no tenía que redimirse de una mierda. Brendan Fraser no tenía nada que demostrar. Antonio Banderas ya nos gustaba a todos. Demi Moore siempre ha sido una gran actriz. Burt Reynolds es inmortal como Bandit. Y Jennifer Love Hewitt es una estupenda actriz que no tiene que hacer de prostituta torturada para que nos la tomemos en serio.

Y a pesar de todo esto... esta crítica es una invitación abierta a ver The Last Showgirl. Todo esto no dejan de ser cuestiones ajenas a la película, y yo en la sala de cine sentí muchas cosas y terminé por conmoverme.

Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Lo mejor... Pamela Anderson.

Lo peor... te quieren colar una formula algo vista como el mejor invento desde el pan de molde.

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