Joker. Folie a deux

El payaso triste.

SAN SEBASTIÁN 72

Rosa Azul

10/1/20244 min read

Yo, simio de espalda plateada, banana en mano, pude conseguir entradas para la película sorpresa de la reciente pasada edición del festival de San Sebastián, que no fue otra que “Joker. Folie à deux” (2024).

Al sentarme en una de las butacas del “gallinero” del teatro Victoria Eugenia, minutos antes de que comenzase la película, recordé cómo años atrás, allá por el 2019, fui a ver la primera parte del Joker con mi padre. Era un día desapacible, en unos cines comerciales desapacibles, hasta mi ánimo se volvió desapacible (no vendían ni cacahuetes ni plátanos, sólo palomitas). Vamos, que fui a ver la película sin ninguna pretensión y sin embargo, como pocas veces ocurre, sentí que la película me habló a mí. O mejor dicho; a través de mí.

Y es que a lo largo de mi vida, de forma mucho menos exagerada que en la película, he padecido trastornos de salud mental. No quiero vanagloriarme ni regodearme en ello, no. Pero la frase que Arthur Fleck escribe en su cuaderno; “Lo peor de tener una enfermedad mental es que la gente espera que actúes como si no la tuvieras”, me rompió, porque sé lo que es.

Los primates también lloramos, que le vamos a hacer...

También recuerdo que sentí que la película estaba perfectamente unida al momento social en el que se estrenó, por dos motivos. Las protestas masivas en Chile y el inicio de la aceptación social de la salud mental. Dos despertares que comenzaban por entonces a sugerir un cambio de rumbo, del mismo modo que ocurre en la película con los ciudadanos de la ficticia Gotham.

En definitiva, solo puedo decir que “Joker” (2019) fue una película muy importante para mí. Por eso, cuando me enteré de que se iba a estrenar una secuela, me dieron tantas ganas de verla como miedo por mis altas expectativas.

Ahora, después de haber salido del Victoria Eugenia, puedo decir que, aunque inferior a su predecesora, esta es una secuela para nada innecesaria (como se ha dicho en varios medios) y que, a mí, me ha gustado.

Esta segunda parte no es una continuación de la anterior, sino una respuesta a la misma. No busca repetir la formula que funcionó en la primera entrega, ya que no funcionaría con la historia que aquí se nos narra, que no es otra que la toma a tierra de las consecuencias de nuestros actos, la humanización y la desmitificación del ídolo.

Una película triste en definitiva, con la que es más difícil empatizar, pero posiblemente sea más realista de este modo. Pues al igual que en el juicio que transcurre en la película esta no busca poner excusas, sino afrontar la culpa. Aquí no tenemos a un Joker heroico, ni si quiera tenemos al Joker (lo entenderéis cuando al veáis), tan solo nos encontramos con Arthur Fleck, nada más.

Quizás este sea el motivo por el que la critica del festival de Venecia, pero sobre todo el gran público, la han rechazado de lleno. No es una película que satisface nuestra moral, en la que los buenos se levantan contra los malos y aquellos que llevan toda la vida sufriendo se desatan de las ataduras. Digamos que es una película moralmente injusta pero, legal y racionalmente justa.

Siento haber dedicado apenas estas pocas líneas para hablar de las actuaciones pero, aunque Lady Gaga esté enorme en su papel, entendiblemente comedida, lo cierto es que su verdadera influencia en la trama es menor de lo esperado. No como nos anunciaban los tráiler y los poster antes del lanzamiento de la película. Joaquin Phoenix está igual de bien que siempre, pero su actuación ya no nos sorprende por el mero hecho de ser una repetición, y es una lástima que no hayan aprovechado los ataques de risa del personaje.

Ah, y al contrario de lo que escribí en la crítica de “The End” (2024), en esta ocasión el uso de los mecanismos del musical sí que funcionan, pues las escenas no están incrustadas de forma arbitraria, por el contrario, se integran en momentos del relato en el que el protagonista tiene que huir de su dolor y, de forma onírica, tiene lugar una escena de baile. Es decir, todo transcurre en su cabeza, como un acto de defensa frente a la realidad, que tiene sentido si tenemos en cuenta que Arthur Fleck es una persona con innumerables traumas y trastornos mentales.

Por último señalar que para los fans de Batman hay un par de guiños, los cuales se agradece que no estén subrayados, sobre la creación del joker que hasta hace unos años conocíamos y el inicio de Harvey Dent como su alter ego “Dos Caras”.

Lo mejor: Que la película se distancie de la primera parte buscando su propio camino.

Lo peor: No dedicarle más atención y tiempo al juicio.

Te gustará si te gustó: “Balada triste de trompeta” (2010) Dir. Álex de la Iglesia.

Nota: