Hard Truths

Mike Leigh se metió en mi casa y se comió las torrijas de mi abuela.

SAN SEBASTIÁN 72

Leopold Masterville

11/2/20243 min read

Es tentador, jugoso y hasta divertido cuando una película te indigna, escribir una crítica destruyendo la cinta y todo lo que la rodea. Es ponerse en una posición de superioridad muy satisfactoria, purgar algo con fuego, saldar una deuda de sangre. Es por otra parte, a veces cruel e injusto.

Mucho más difícil es, cuando una película te ha gustado tanto que ha tocado una fibra sensible, ponerse frente al procesador de texto y escribir que un vídeo proyectado digitalmente en una pantalla te ha hecho añicos es una sensación extraña como de "Mierda, me han pillado ¿Pero cómo han sabido esto de mi?"

Pues eso amigos míos, he sentido viendo Hard Truths, he tenido esa sensación rara como de que Mike Leigh ha hecho esta película para mi, y que el resto del público en la sala resultaba que pasaban por allí y no tenían nada mejor que hacer.

Qué hijo puta el Mike Leigh.

Seguramente no sea la película más resultona que ha pasado este año por San Sebastián, tiene un estilo bastante plano, casi documental, sin planos ostentosos ni iluminación que llame la atención sobre sí misma; de igual manera la trama a simple vista no parece nada del otro jueves, transcurre durante unos pocos días y no tiene grandes conclusiones ni un final en que los personajes den un cambio radical a sus vidas.

¿Y entonces qué es lo que tiene?

Se me hace un poco difícil ponerlo en palabras, y solo me sale hacerlo con una expresión que he detestado desde la primera vez que escuché a alguien pronunciarla, pero por el bien de esta crítica la diré: tiene mucha verdad.

De primeras es una película por la que hay que pagar un precio alto para entrar. El personaje principal es tan histriónico y singular, el humor es tan concreto y la idea central tan machacona que puede cansar a más de uno. A mi me cansó, a media hora de empezar la película no veía el momento de que terminara.

Pero después de un primer acto repetitivo, por momentos cansino, en que conocemos a todos los personajes y lo que hay en juego le sigue una hora de cine puro en que todo el precio que haya podido pagar se me hace barato y todas las carencias superficiales que pueda tener la película pasan a segundo plano, porque lo que estamos viendo es una tajada de la vida proyectada directamente en pantalla.

Es ahí donde me di cuenta de que la película me estaba hablando a mi. Estaba viendo algo que ya conocía. No porque lo haya visto en otra película o porque haya leído sobre ello. Sino porque lo he visto, en el salón de mi casa, un día tras otro, en la vida real. Y, no sé como, Mike Leigh lo ha visto también y ha hecho esta película para él y para mi.

Qué hijo puta.

Ya que Mike Leigh me ha dedicado una película entera, le quiero dedicar las últimas líneas de esta humilde crítica.

Mike Leigh, Mike Leigh, arraigaste en mi suavemente

como en las tierras vírgenes arraigan los rosales.

El proyector se encendió y lleno el ambiente,

y tu joven espíritu se vertió a raudales.

Pasó la película con gracia y gozosa.

Y yo te agradezco tu regalo, esta rosa,

aunque tenga un rastro de dolor.

Porque el rosal de antaño que muerto parecía,

veo que sus raíces son tan hondas todavía,

que entre sus ramas secas aún brota alguna flor.

Lo mejor: ese viejecito amable que se hace llamar Mike Leigh.

Lo peor : esa primera media hora se puede hacer cuesta arriba.

Te gustará si te gustó: Cinco lobitos (2022)

Puntuación: