Emmanuelle (2024)

Descafeinado erotismo para un público cafetero.

SAN SEBASTIÁN 72

Leopold Masterville

10/14/20244 min read

A pesar de ser yo de los muy cafeteros, solo he animado a ver la primera entrega de la saga Emmanuelle. Con tanta continuación, remake y secuelas italianas, la idea de verlas todas se me tan inabarcable que no sé si alguna vez me zambulliré en ese lodazal.

Aun así, la original me gusta bastante. Recientemente la revisité y algo que pensaba es que hay mimbres como para hacer una peli de autor de esas por las que salivan en Cannes. El ambiente aristocrático y tropical (Emmanuelle es la mujer del embajador francés en Tailandia) me invita a pensar por ejemplo en Pacifiction de Albert Serra; por lo que este remake me parecía una oportunidad estupenda de renovar el material.

La película se estrenó en el festival de San Sebastián y las críticas fueron de todo menos halagadoras, mala señal para algunos, pero si por algo se ha caracterizado Emmanuelle es que siempre ha estado en el terreno de lo trash y bueno, que esta siguiera esa estela no tiene por qué ser algo malo. No sería la primera película que es despedazada por la crítica y abrazada por un público más friki.

Sin embargo y para desgracia de todos, la nueva Emmanuelle no va a complacer ni a los pito-sucios que salivan con las pelis de Cannes ni a los vírgenes que se matan a pajas con Ajita Wilson. Puede incluso que yo me sienta doblemente ofendido, porque este intento de crítico, tiene una parte de su polla en los dos mundos, así que Emmanuelle me deja insatisfecho por partida doble.

Las comparaciones son odiosas, cierto, estaría bien juzgar la película por méritos propios en lugar de comprarla con la original. Pero qué queréis que os diga, la sombra de Emmanuelle es alargada, y no puedo parar de pensar en lo que había antes.

Ya de inicio perdemos una serie de elementos de la original que no están ayudando al remake en su propuesta. Dejamos atrás la soleada Tailandia y su ambiente aristocrático de libertad sexual para acinarnos en un lujoso hotel de Hong Kong, y no precisamente en el mundo de los huéspedes, si no el de los trabajadores.

El personaje de Emmanuelle también ha cambiado, deja de ser una mojigata que se descubre a sí misma a través del sexo para ser una señora que ya viene aprendida de casa y que tiene un empleo bastante absurdo midiendo el nivel de lujo del hotel.

Ya solo con el cambio de localización mis esperanzas de ver una Pacifiction más festiva y erótica se esfuman por completo. Una pena, ya que ahora casi toda la película sucede en el interior del hotel, en un ambiente frío e impersonal que no me atrae mucho.

Cierto es que la película de Audrey Diwan trata de mejorar la trama. La original, por mucho encanto que tenga, no deja de ser una historia bastante esquelética sobre la aventura de dos mujeres descubriendo sus cuerpos y otras excusas para enseñar coños sin rasurar. Diwan cambia de rumbo y tono tratando de abrir una ventana al mundo interior del hotel, con sus competiciones corporativas, sus intrigas vistas por cámaras de seguridad, sus juntas directivas, su personal y otras cuestiones.

No sé cuál de las dos propuestas le suena mejor así en frío, y es cierto es que la original no es el pináculo del cine, pero en ese ambiente de libertad total, donde nadie está trabajando y solo se dedican a follar unos con otros había algo fresco y desinhibido realmente atractivo; la historia original gira alrededor del sexo mientras que esta nueva propuesta el sexo es poco menos que accesorio.

Quizás el lector que haya visto la película se lleve las manos a la cabeza y piense que no me he enterado de nada y que meterse en tanta comparación es un esfuerzo inútil, al fin y al cabo, son películas tan distintas que evidentemente va a haber variaciones drásticas. Pero el punto de todo esto es que la película original no tenía grandes pretensiones y es entretenida, es erótica y llega a una verdad; no solo eso, marcó una época y cambió el cine erótico para siempre. Mientras, el remake con sus ínfulas y sus pretensiones de ser "inteligente" (¡Santa palabra para deslumbrar a los tontos!) no es entretenido, no es erótico y caerá en el olvido de aquí a dos meses. Quizás película de los 70 solo era un "tosco soft porn" (como la califica el crítico Carlos Heredero), pero por lo menos prefirió prescindir de solemnidades hipócritas en lugar de falsificarlas.

Esta nueva propuesta puede ser muy feminista y puede tener unos planos muy bien medidos y las tetas que hay (¡Cuando se dignan aparecer!) pueden ser muy firmes y los pezones estar muy duros y nos puede estar hablando de cosas importantísimas y el hotel puede ser una metáfora de mi polla en tu boca... pero si llevas el nombre Emmanuelle y nadie se lo pasa bien y nadie se está poniendo cachondo ¿Qué estamos haciendo?

Y bueno, tampoco quiero que me den lo mismo una y otra vez, pero ni siquiera puedo darle puntos por salirse del molde y no darnos lo que los más pajas lo que queremos, porque Diwan nunca traza un camino tan radical como para que sienta que mis expectativas han sido subvertidas. Al final todo se reduce a que Emmanuelle quiere que se la follen bien. Profundísimo.

Me imagino que la directora quería distanciarse de la poco glamourosa saga Emmanuelle, pero irónicamente se ha estrellado haciendo una película que recuerda más al erotismo soso que nos da de vez en cuando Hollywood que a la rompedora libertad que tenía la película original.

Lo mejor: el gusto estético.

Lo peor: la pedantería.

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