Emilia Pérez

Ya la he olvidado

ESTRENOS

Córcoles

12/2/20244 min read

Emilia Pérez… Emilia Pérez…
Lo repito porque el año que viene no se acordará ni Dios de esta película. ¿Por qué escribir una crítica de un filme tan olvidable? Por el aluvión de premios que ha ganado. Citando la primera frase de un verdadero buen musical francés de los últimos años: So may we start (Annette, Leos Carax, 2021).

Tampoco me voy a extender tanto como en otras críticas porque, honestamente, no merece la pena. Emilia Pérez es una película dirigida por Jacques Audiard, un director más que competente —ahí están Un profeta (2009) o Los hermanos Sisters (2018)—, y se nota que está hecha con oficio. ¿En qué falla? En todo lo demás.

Las canciones son olvidables, las actuaciones insulsas, y en algunos casos malas, como la de Selena Gómez. De hecho, cada vez que la niña Disney hablaba, no podía evitar partirme de risa. El guion es infantil y clasista, ideológicamente repugnante, aunque lo mal disimule bajo el paragüas de tratar un tema tan sensible como el cambio de sexo.

En serio, ¿en qué cabeza cabe el casting que tiene esta película? Está ambientada en México, pero ninguno de los protagonistas principales es mexicano. Aunque, está bien apartar a los mexicanos de la sociedad… Todavía recuerdo las campañas de acoso que sufrió el Twitter del Málaga FC porque no pusieran a Memo Ochoa de titular en la portería. También lo increíblemente racistas que eran con el portero titular, el bueno de Kameni. Pero es que era lógico que Pellegrini eligiera al portero camerunés por delante del mexicano porque ERA MEJOR.

¿Por qué no pasa esto en el cine? ¿Por qué Emilia Pérez le gana premios a Anora, que es una película muchísimo mejor? Ya sé que los premios son relativos, pero a todos nos gusta que reconozcan nuestras películas favoritas. Además, los premios pueden marcar la diferencia entre que un filme sea un éxito o un fracaso. Y apunten, si un buen director hace una buena peli pero fracasa en taquilla, tendrá jodido volver hacer otra peli buena. Si un petardo hace una pelicula mediocre, pero triunfa en taquilla, este podrá hacer una secuela de Transformers.

Perdón por el desvío, pero me resulta más interesante que la superficial Emilia Pérez. Es una película que espero que ninguna persona de izquierdas admire. No puede ser que, por abordar el cambio de sexo, se justifique un discurso ultraindividualista y, peor aún, el blanqueamiento de una asesina en masa como sería Emilia Pérez en su etapa “con pito”. No hay un camino de redención, ni muestra arrepentimiento. Peor todavía: justifica sus crímenes como resultado de su condición de “mujer atrapada en el cuerpo de un hombre”. Estaría encantado con este argumento Búfalo Bill (El silencio de los corderos, 1991).

Pensaba en dos obras mientras veía esta película francesa ambientada en México e interpretada con actores de procedencias aleatoria:

Primero, Dragon Ball. Ni en ese anime se blanquea tanto al genocida de Vegeta como a Emilia. Al menos el príncipe Saiyan se sacrificó en última instancia por sus seres queridos, y siempre hubo personajes que desconfiaron de él. Aquí, Zoe Saldana (que, dicho sea de paso, es lo mejor de la película… al principio) pasa de temer a Emilio —y con razón, porque el tipo manda arrancar lenguas, decapitar gente y dejar cabezas en capós de coches— a admirarla por, atención, ¡crear una ONG para buscar cadáveres y desaparecidos causados por los cárteles como el que comandó la propia Emilia Perez! ¿En serio?

Segundo, El padrino. Alguien podría decir que en El padrino también se blanquea a criminales, pero eso sería no haber entendido nada. En El padrino se humaniza a los personajes, se les da profundidad y tridimensionalidad. Como espectador, deseas que les vaya bien, pero nunca olvidas que son criminales y que así los perciben los demás. Diane Keaton, por ejemplo, es el reflejo del espectador: al final siente terror por Michael. En cambio, Zoe Saldana le dice a Emilia: “¡Qué buena eres, estás ayudando mucho!”. Puagh.

No me importa tanto la ideología de una película; me importa que sea buena, que sea coherente. Emilia Pérez es una película estúpida, un artefacto fabricado en un despacho donde probablemente pensaron: “Está de moda el tema LGTBI, ¿qué podemos hacer para que sea súper subversiva?”. Y lo que salió fue este musical clasista que prioriza el aspecto físico por encima de cualquier escala moral o de justicia.

Si al menos tuviera canciones espectaculares, personajes memorables, coreografías interesantes… algo a lo que agarrarme. Pero no.

Así que, si queréis ver un buen musical subversivo, ved Annette (Leo Carax, 2021). Si queréis ver una buena película sobre transición de hombre a mujer, ved Laurence Anyways (Xavier Dolan, 2012). Y si buscáis un musical queer, tenéis Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975), que no es santo de mi devoción, pero al lado de Emilia Pérez es la jodida West Side Story.

Lo mejor: Su realización y montaje, sobretodo los primeros 20 minutos.

Lo Peor: La música, interpretaciones, guion, ideología...

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 Nota: